Una demostración de amor - Una payasada

9:00 am, repica mi celular y al yo contestar, sin saber de donde venia la llamada, te confieso cuan gran fue mi sorpresa cuando al escuchar tu voz, enseguida te reconocí.

Mientras me saludabas afanosamente, abrí una paraje paralelo en mi memoria y me remonte a aquellos días en que éramos uno solo, tal para cual "Amor incondicional". mi mente mientras escuchaba el timbre calido y susurrante de tu voz recorrió en un instante acontecimientos, vivencia y ratos de grandes alegrías y desengaños.

Me detuve inmediatamente en el recuerdo épico sobre tu melodía favorita, Una hermosa canción la cual me repetías momento a momento "Marcha allá turca - de W.A Mozart" Que hermosa pieza clásica digna de ser escuchada por oídos tan refinados como los tuyos me decía yo internamente.

Recuerdo que para el día de tu cumpleaños decidí aprender, estudiar y ejecutar esa pieza, en guitarra clásica con mucha antelación, tarea que me llevo mas de tres meses de trabajos constantes, a fin de lograr una impecable interpretación y ejecución llegado el dia de tu cumpleaños yo me aparecí con mi guitarra en tu casa, donde en el salón adornado y lleno de muchas personas importantes para ti, como lo eran seguramente amigos, amigas y familiares íntimos. Me apresure sin mediar palabra alguna colocando mi pequeño taburete al centro del salón y llamando completamente la atención de todos los presentes, dije que te dedicaba la canción, como muestra de cariño, amor y profundo respeto.

Recuerdo que interprete todos sus movimientos para cual yo estaba inmerso en la concentración que esto requiere.

Ya al terminar la pieza, hubo aplausos y palabras por parte de algunos mostrando su ovación a la interpretación.

Pero te confieso que una de las mayores tristezas que sentí fue cuando tu en medio de todo el mundo dijiste "Porque haces estas cosas, no ves que me dejas en ridículo delante de todos mis amigos".

Yo al escuchar estas duras pero increíbles frases, procedí a meterme la mano en el bolsillo, para sacar de el un pequeño regalo que también había comprado para ti, el cual al ver que se trataba de una preciosa esclava de oro con tu nombre grabado. Enseguida reaccionaste pidiendo perdón por lo antes dicho.

Fue la última vez que nos vimos, ese día di la espalda y llevándome mi música a otros lares ahora es interpretada en la sala de mi casa para los oídos sordos que tengo.

Casualidad al terminar yo con mi recuerdo terminaste tu con tu conversación.

MORALEJA:

-No hay moraleja.


PD. Gracias por llamarme, tenia muchos años sin escuchar tu voz