Aunque parezcamos ante los ojos de terceros como personas desquisiadas y poco cuerdas, mientras lo hacemos; yo pienso y tal como me lo dijo un amigo hace años. Abrazar a un árbol es una sensación poco usual y única, hay que hacerlo cada vez que se tenga la oportunidad.
Las fuerzas positivas de la naturaleza, seguramente se transmitirán en forma de buenas vibraciones hacia nuestro ser.
Un árbol, por lo general vive mucho mas tiempo que nosotros, es un testigo silencioso de nuestra vida, tengamos por seguro que nunca nos reprochará, reclamaraá, cobrará o traicionará; simplemente el vive su vida sedentaria junto a la nuestra silenciosamente deleitándonos con sus colores, refrescándonos con su sombra, y muchas veces alimentándonos con su fruto.
Yo antes de terminar este año, abrazaré a uno grandote el cual tengo frente a mi casa, sin duda es mayor que yo, y por sus ramas han pasado años de historia vecinal. Por un capricho estuve a punto de mandarlo a cortar, hoy día he decidido no hacerlo y me arrepiento de ello, aprendí a convivir con el, y con la misma disfrutaré mientras pueda de sus beneficios y sus abrazos.